Las cosas no siempre tienen un por qué.
Hay momentos en los que tienes que actuar sin pensar en las
consecuencias, y puede que estés toda la vida lamentándote por eso
que has hecho.
Aunque prefiero estar toda la vida
lamentándome por hacer algo, qué estar con la intriga de saber qué
me hubiera pasado, símplemente es así.
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